Trate de desenterrar aquel tallo por completo halaba y halaba pero no llegaba al final, el cielo se hacia cada vez mas oscuro, no comprendía aquel acontecimiento, solo me percataba que a medida que halaba mas se perdía el poco de luz que quedaba. De un momento a otro ya no podía descifrar lo que había en mi alrededor solo puede descifrar como aquel gigantesco monstruo levantaba su lomo ante mi, sobrepasando con mucho la altura de mi cuerpo.
Era verde por completo, en la cabeza le pendía una flor amarilla y el gran tallo que halaba era su cordón umbilical, su ombligo aun no de desarrollardo. Era como una especie de algo indescifrable; abrió su boca lentamente, con mucho apetito lamio sus repugnantes y filosos dientes, crujio destruyendo todo a su paso y dirigiéndose hasta mi con la menor agilidad, como si estuviera segura que yo no podría escapar. Corrí sin parar por las calles desiertas, y aun no puedo comprender donde estaban las personas en ese momento, pero solo nos encontrábamos esa cosa y yo, me dirigí hacia la construcción donde creí encontrar a los demás ingenieros pero solo estaban allí aguardando, balsocci y balsa al ellos ver al monstruo se rieron y dijeron – hola barnaza.
Yo no comprendía nada de lo que estaba aconteciendo solo los vi a ellos convertirse en algo semejante a lo que habían nombrado como barnaza, me asuste por completo al ver tremendo espectáculo, que repugnancia sentí, solo pensaba en la combinación de sus nombres: balsocci, balsa y barnaza.
Sin embargo de sus bocas empezaron a salir cientos de gusanos parecidos a los donquis, como multitudes de ratas; continúe corriendo, veía como estos animales devoraban a toda persona que encontrasen a su paso, balsocci me gritaba de lejos.
-smilking no corras que hasta este día tu vives. Hoy es tu fin.
Pero corría sin cesar, solo podía pensar en poder sobrevivir. Cuando de los aires descendió una luz, el único rayo del sol que pudo verse en toda aquella oscuridad, era como un ave, pero un ave que venia a salvarme; me tomo por las manos, elevándonos por los aires los dos nuevamente, desde la sima veía como se destruía el territorio, como millones de donguis se alimentaban de todos y cada vez mas se reproducían pero sobre todo, aquellos tres gigantes monstruos que se debatían por la carne humana.
Nunca volví a aquel lugar, solo puedo agradecerle a Paula el amor de mi vida por salvarme de aquella catástrofe.
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