El monje sonrió de beneplácito pero por haber sido llamado a la atención estaba avergonzado y luego de ver marchar a los peses suspiro como si fuese la ultima vez ya se sentía mas calmado y par completar su felicidad en el agua hizo su necesidad de defecar por donde salieron ballenas y tiburones nadando y vivieron felices para siempre.
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